Nunca digas de esta agua no beberé. O en este caso, no volveré a beber. Y es que cuando hace unos años visitamos Mad Café, uno de los pocos locales reservados por entero a la hamburguesa en el barrio de La Latina, nuestra experiencia nos hizo no querer volver a encontrarnos con sus burgers.
Será que tiempo después tuvimos una mejor vivencia en Mad Grill, su hermano pequeño ubicado en Alonso Martínez. Será que en cierto modo nos gusta volver a visitar locales para ver cómo han soportado el paso del tiempo. Sea lo que sea, hace unos días nos vimos sentados en una de sus mesas, ojeando su carta tan personal gracias a sus tapas de cartón reciclado y dispuestos a dejar que nos sorprendieran.
Con una decoración de toques naturales, donde se le da valor al reciclado en torno al mundo de la cerveza como hilo conductor, nos encontramos cajas dispuestas a modo de decoración o como porta salsas, así como las ya comentadas cartas cuyas tapas están realizadas con los cartones contenedores de las botellas de “zumo” de cebada. Aunque sin duda destaca su barra semi circular visible desde todo el comedor, la entrada de puertas de madera que respeta el entorno de la Cava Alta y la luz natural gracias a sus grandes ventanales.
En cuanto a la carta, entrantes típicos como aros de cebolla o nachos, así como algunas ensaladas. Nosotros nos decantamos por los chicken tenders, en este caso finos filetes de pechuga de pollo de rebozado crujiente y jugosos en su interior, cuyo "pero" nos viene por querer encontrarnos con más sabor, que quizá se hubiese conseguido con el marinado de la carne.
No obstante se acompañan de salsa barbacoa de toque ahumado que le va muy bien, aunque os contamos un secreto, la salsa casera Mad a base de pepinillo, cebolla, mayonesa, vinagre y azúcar, con su punto dulce, era una absoluta delicia que le iba estupenda a estas tiras de pollo. Y a las patatas, y a todo lo que se nos pusiera por delante.
Pero vayamos ya con las burgers. Para esta nueva visita nos encontramos con varias propuestas cuya recomendación nos venía rondando en la cabeza. Optamos por una de esas recomendaciones al pedir la Smokey Burger. ¿Su secreto? La mayonesa ahumada con carbón de encina. Y es que no podemos aguantarnos cuando nos encontramos ante combinaciones de clara pretensión gourmet.
Carne pedida poco hecha que cumplía con el cartelito que indica su punto, lo que hacía distinguir ese toque crujiente en su exterior frente a la jugosidad de su interior, eso sí, aquí le pedíamos más sabor. No es bastante con clavar ese punto de parrilla. No es bastante con tener un buen pan ligeramente tostado que aguanta perfectamente cada mordisco. No es bastante con tener una gran salsa que nos da toques ahumados ni un bacon que da ese toque sabroso.
La otra burger que quisimos probar fue la del mes, en este caso una propuesta cuya mayor baza era el tomate verde frito y la salsa de pimiento rojo. Espectacular esta salsa que no nos hubiera importado comerla aparte con un buen pan tostado o unas regañás. El tomate cumplía su función de toque crujiente al conjunto aunque carecía de sabor.
La carne, esta vez pedida al punto, de picada que, aunque se desmoronaba en algunas ocasiones, era agradable, así como su interesante crujiente de parrilla en su parte exterior, pero a la cual le pedimos lo mismo que a la smokey, más sabor en su interior. El pan de nuevo en su punto, de lo mejor que podemos probar de estas burgers gracias ese tostado casi caramelizado que nos recuerda al hojaldrado típico de los croissants.
Acompañando ambas burgers su correspondiente y generosa ración de patatas, todo un vicio gracias a ese crujiente que da el freírlas con piel y escurrirlas bien tras la fritura para no dejar ni rastro de aceite. Ricas, muy ricas, que, como decíamos, eran un todo un vicio al juntarlas con las salsa casera de pepino.
Como íbamos buscando sabor, parece que quisimos darle una última oportunidad en forma de postre. Amantes declarados del Apfelstrudel, el apple crisp se nos hacía irresistible. Y no fallamos, deliciosa la combinación de manzana caliente con una crujiente capa de avena (en lugar de hojaldre) condimentado todo con canela y una bola de vainilla cremosa en su cumbre. Simplemente brutal.
Se nos olvidaba, Mad Café gusta de ofrecer cervezas artesanales, algo que no podíamos dejar de probar al decantarnos por la Blind Cowboy, una pale ale americana recién salida del grifo y muy especiada que nos recordaba a los sabores más intensos de las cervezas belgas.
No sabemos si volveremos a darl una nueva oportunidad a Mad Café, aunque nos alegra que, pasado este tiempo, se hayan puesto las pilas en varios aspectos, donde sin duda cabe destacar el servicio rápido y amable que nos atendió en todo momento y que incluso con mucha paciencia nos indicó las distintas clases de cervezas de grifo y botella de que disponían. Eso sí, les seguimos pidiendo sabor. Quién sabe, o no, si todo llegará.
PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA
1 AGUA: 1,9 €
1 PINTA BLID COWBOY: 6 €
1 CHICKEN TENDERS: 7,9 €
1 SMOKEY BURGER: 11,9 €
1 BURGER DE TEMPORADA: 10,9 €
1 APPLE CRISP: 5,5 €
TOTAL: 44,10 €
Añadir nuevo comentario