Cuando pensábamos que ya no hay más sitios para disfrutar de nuestra amada carne hamburguesera, un nuevo local irrumpe en una zona desierta de estas viandas como es la de Ventas, tradicionalmente ocupada por locales de corte más “clásico”, donde pedirse unas cañas y disfrutar de alguna que otra tapa o ración más castiza. Pero parece que, poco a poco, la hamburguesa también se abre paso en este segmento y fruto de esto es la reciente apertura de 212 Bistró, un joven establecimiento, ubicado en la mismísima Calle de Alcalá, en el que los detalles están muy bien cuidados y nos prometen disfrutar de nuestras hamburguesacas en un ambiente bien relajado.
En la carta ya podemos ver la influyencia venezolana de la cocina en propuestas como los eternos tequeños o las arepas, eso sí, con un protagonismo, casi exclusivo, de hamburguesas, presentadas en diferentes propuestas internacionales y pudiendo elegir el tipo de carne o el pan que abrazará el conjunto. Todo con unos precios bastante adecuados, que invitan a volver y probar más cosas.
Con estas premisas, no tardamos en decidir que el comienzo serían los Mac ‘n’ cheese caseros, con su poquito de pulled pork, presentados en una ración que podría parecer pequeña, pero que, sin duda, sacia nuestras ganas de condumio. La pasta al dente, como debe ser, se mezcla con una bechamel melosa y un queso gratinado maravilloso, que se funde con el sabor del cerdo deshilachado y su salsa para conseguir un bocado exquisito.
Después de esto, llegan nuestras burgers, comenzando por una París con carne de vacuno, champiñones, queso azul y pan de queso y bacon, donde el lácteo se lleva todo el protagonismo, como es de esperar, al presentar un profundo sabor que deja a la carne en un segundo plano. El panecillo, en cambio, tiene su propia presencia, fresco y esponjoso, aporta ese poquito de extra, a veces necesario.
Por otro lado tenemos la Caracas, es decir, la clásica hamburguesa venezolana con carnaza, queso, patatas paja, chuleta de Sajonia y huevo frito en plancha, que no se desparrama. Todo un conjunto sabroso y contundente, en el que los ingredientes están en su sitio y todo parece mantener un equilibrio adecuado.
Por si os lo preguntáis, la carne se cocina al estilo de aquellas tierras, es decir, estamos ante un patty de 160 gramos, cocinado más allá del punto, aunque guarda bien de sabor. Recomendamos no pensar en una hamburguesa habitual, poco hecha y jugosa, aquí lo ideal es este cocinado y aprovechar alguna de las salsas caseras que nos acompañan durante la visita para disfrutar de todo el conjunto.
En esta ocasión, el panecillo que nos acompañó fue un brioche tradicional, con semillas de amapola, sin tostar, como el otro, pero igual de esponjoso, que aguantó en todo momento sin desmoronarse, algo harto complicado, debido al desfile de jugos y salsas añadidas por nosotros mismos.
Como guarnición, ambas hamburguesas se sirven con patatas tipo dip, la exusa perfecta para remojarlas en más salsas, como la de cilantro, toda una perdidicón.
Y de postre, nos animamos cun uan tarte de tres leches, servida de forma original, con dos jeringas, con las que insuflamos el dulce al bizcocho sobre el que descansa una cantidad generosa de nata. Postre ideal, no muy empalagoso, que aporte ese punto extra para completar la experiencia.
En definitiva, encontramos una grata sorpresa desde que cruzamos las puertas de 212 Bistró, con una cocina cuidada, un espacio a la altura y unos precios la mar de idóneos, donde los platos brillan y las hamburguesas más. Eso sí, tenemos que pensar que estamos ante un local particular, con su propia manera de hacer las cosas, pero, en cuanto aceptamos sus códigos, no podemos hacer otra cosa más que disfrutar.
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