Ha tenido que pasar un tiempo más que prudencial para volver a visitar Alfredo's Barbacoa, el que podemos considerar como primer local que trató la hamburguesa como algo más allá de fast food en España. Y aunque encontramos luces y sombras en nuestras primeras visitas, no hay nada como comprobar que se puede respetar el concepto original y evolucionar en lo necesario para seguir posicionado en lo más alto del Olimpo hamburguesero; con más mérito todavía si contemplamos el panorama actual, dominado por smash burgers y demás creaciones locas.
Y es que el espíritu de Alfredo sigue presente en las paredes, la decoración y el gusto por lo que llevó a este nombre a donde está. Todo sigue igual, al menos a la vista, en este su primer garito, donde empezó la magia. El aroma a barbacoa se mantiene, las banderas, lo recargado de la ambientación texana más yankee, con sus mesas pequeñas, sus manteles de tela. parece que no ha pasado el tiempo desde aquellos lejanos años 80 en los que ese americano decidió abrir un restaurante donde poder zamparnos una burger como tal cual se hacía en su país.
Y si todo a la vista sigue igual, la carta no podía ser menos. En este apartado, seguimos encontrando los mismos platos clásicos en ese menú plastificado, que nos transporta a otros tiempos. Los precios, eso sí, se han actualizado, pero el placer de poder apretarnos una Súper Alfredo's clásica sigue siendo, en lo que se refiere a precios, todo un gustazo.
Algo que no encontramos en los sitios a los que vamos es el chile con carne (8.95 €), así que nos lanzamos a por este cuenco con judías pintas guisadas en una salsa deliciosa, con su carne picada y su poquito de picante. Un básico de Alfredo que no os podéis perder. Ideal para compartir entre dos, las cucharadas que engullíamos se quedaron cortas ante tanta melosidad y potencia de sabor.
Para continuar y siguiendo la línea de clásicos básicos, nada mejor que una hamburguesa Classic, de tamaño Súper Alfredo's (14.95 €). Con bacon, queso y salsa barbacoa de la casa. No se necesita más para ser feliz: carnaza bien gordota, de 250 gramos, aproximadamente, con el punto de cocción clavado al seleccionado, melosa, con un picado grueso y son un sabor a barbacoa auténticamente maravilloso. El primer bocado a esta barbaridad es puro placer, delicado y que los hamburgueseros más avezados sabrán valorar.
Como veis en la foto, el panecillo no se presenta tostado, un detalle que siempre nos gusta poner en alza, aunque, tambien es verdad, que ha cambiado respecto a lo que nos horrorizó en el pasado, así que nos quedamos con esta novedad que abraza el conjunto, mantiene ese toque de los viejos tiempos, pero aumenta la calidad.
De verdad os decimos que ese queso fundido en la barbacoa, la salsa y un bacon que está, pero no invade el territorio de esa carnaza que es gloria bendita, da como resultado un placer máximo. Todo está en su sitio, equilibrado y dedicado para disfrutar con cada uno de nuestros sentidos. Si antes la carne era lo único destacable cuando visitabas Alfredo's, ahora, con ese "nuevo" pan y el resto de elementos, vuelve a posicionarse en el lugar que nunca debió dejar.
Aunque, quizás, el punto más flojo sean esas patatas fritas que acompañan a nuestra querida hamburguesa. Congeladas, no dicen mucho, más alla de completar el plato. Una pena, aunque nos quedamos bien contentos con semejante hamburguesaca.
En definitiva, eso de "los viejos rockeros nunca mueren" tiene más vigencia que nunca. Alfredo's ha sabido mantenerse a lo largo de muchas décadas, con unos valores intocables, entre los que destaca la carne a la parrilla y elementos puramente norteamericanos, pero tambien ha sabido pulir sus puntos más débiles, como ese panecillo que, ahora sí, aporta a la experiencia para dejarnos mucho más que satisfechos. Nada como volver y comprobar lo bien que se siguen haciendo las cosas en un local mítico de Madrid que, esperamos, siga dando guerra por muchos años más.
Añadir nuevo comentario