Es habitual hamburguesas estupendas en las ciudades más grandes pero se acaba repitiendo el patrón de que en pueblecitos o lugares de playa, las burgers son bastante deficientes. Pues bien, hemos tenido que visitar Benicarló, en Castellón, para comprobar que las ganas por hacer buena carnaza emparedada no se queda en un patty de gran superficie y pan industrial.
Se llama Burhouse y se ubica muy cerquita de la playa. Regentado por argentinos, la hamburguesa que ofrecen está pasada por su filtro y podemos ver desde combinaciones más clásicas hasta algunas un poco más local, aunque tradicionales para según qué localidades. Con un amplio y luminoso salón y una terraza con vistas al mar, el ambiente y la amabilidad del servicio ya invitan a ponerte las botas, motivado, además, por unos precios adecuados y sin locuras.
Así que nos vinimos arriba con unos nachos que compartimos entre tres personas y resultó en una ración más que adecuada. Se trata, según nos dijeron, de la versión argentina de los mismos, con unos totopos de bolsa, sin nada por encima y unos cuenquitos que acompañan y que incluyen queso fundido, guacamole y tomate picado en aceite. Básicos y sin mucho más que añadir que calmar nuestras ansias de carnaza.
Pero vamos con lo interesante, empezando por la burger de la casa, la Burhouse, con la, cada vez más vista, jeringuilla de queso atravesándola, bacon poco hecho para nuestro gusto y dos patties intentando tener costra. Decimos que lo intenta porque nos preguntaron por el punto de la carne y al tratarse de un amago de smash burgers, pasó muy poco tiempo en la plancha, por lo que el caramelizado era más bien escaso.
Personalmente, no nos gustan estas florituras de jeringas y demás en las burgers, somos más clásicos, aunque el juego que da a los comensales es gracioso. Como resultado de todo tenemos una hamburguesa equilibrada, jugosa y potente, con la salsa mil islas aportando una cremosidad extra. Quizás elegiríamos un bacon un poco más crujiente, pero se juntaba bien con el resto de ingredientes.
La carnaza, como protagonista, tiene presencia, aunque le pediríamos un poquito más de punch en boca. A pesar de ello, cumple y aprueba en términos generales. Por otro lado, lo que destaca por sí solo es el pan, bien tierno, tostado y con un toque de mantequilla que nos hizo suspirar por él. No se desmorona y aguanta, convirtiéndose en el elemento principal de la mordida.
Sobre estas líneas tenéis la American, buscando los sabores básicos de una hamburguesa callejera y aunque cumple, sí que le podríamos pedir más.
Y como tercera opción tenemos la Classic, que rinde homenaje a esas burgers de cafetería de playa, con huevo frito y jamón cocido, lo que la convierten en toda una bomba de sabores contrastados. ¿Cuándo se convierte una guarrindongada en algo mítico? Aquí tenemos la respuesta.
Destacamos en la foto las patatas fritas que acompañan a todas las burgers, en buena ración, de tipo dip, aunque sin salsas que las acompañen. Congeladas, pero con algo más de calidad que unos simples bastones.
En definitiva, Burhouse nos ha sorprendido, ya que no esperábamos un sitio tan interesante en una pequeña localidad playera. Muy buenas intenciones para un intento de smash burgers que, si todo va como nos deja ver, llegará muy lejos.
PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA
2 CERVEZAS: 3.2 €
3 COPAS DE VINO: 7.5 €
1 NACHOS: 5 €
1 BURHOUSE BURGER: 14 €
1 AMERICAN BURGER: 11 €
1 CLASSIC BURGER: 10.5 €
TOTAL: 51.2 €
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