¡Cómo nos gusta que nos den la brasa! Al menos en lo que a carnes se refiere. Y es que, si escuchamos que hay un horno Josper (el Ferrari de las parrillas de carbón) de por medio, debemos acudir al local en cuestión. Pues allí nos plantamos, en Burmet, en pleno barrio de Prosperidad, ocupando lo que, parece, era una antigua cervecería alemana, de la que hereda una amplia carta de birras que no os podéis perder y en la que las sillas y mesas de madera robusta y las paredes con piedra vista nos remontan a tiempos bávaros.
Nos sentamos, escaneamos el QR de la carta y descubrimos que sí, que aquí carne, mucha, a la brasa, ahumadita, hay por doquier. Ya sea en forma de hamburguesa, costillas, chorizos, rolls, aquí el carnívoro es el amo, aunque también encontramos algunas ensaladas para limpiar conciencias. Todo con precios equilibrados, como las burgers, que sólo cambian su valor al aumentar el tamaño del patty.
Y como conocemos Burmet por las redes, ahí hay un plato que destaca por sus fotos: los nachos con extra de pulled pork (9 + 3 €). No nos vinimos muy arriba y nos decantamos por una media ración, presentada en un plato con los típicos totopos triangulares y el cerdo deshilachado. Con todo esto, aparece un camarero con una sartén de hierro y desparrama sobre el conjunto una cantidad ingente de queso fundido, que da como resultado un espectáculo elástico a cada tortilla que agarramos. Entrante contundente, muy sabroso, gracias al sabor ahumado del pulled pork y la barbacoa y muy, muy recomendable. Más allá del espectáculo, aquí disfrutamos como enanos con la contundencia generosa del quesazo. Tanto es así que el guacamole y la crema agria que se sirven aparte, apenas fueron tocados.
Con toda esta ilusión, no podíamos tener más ganas de probar una hamburguesa que no es tal, sino más bien un sándwich de costillas (10.95 €), aderezadas con ensalada de col y pepinillos. Correctas, pero esperábamos mucho más de una materia prima estupenda, pero carente de todo lo que presume: el ahumado de carbón. Encontramos una gran combinación de sabores, en la que nada destaca y que, a pesar de ese equilibrio, nos deja con ganas de ese punch tan necesario.
Ahora sí, vamos con la Burmet (10.95 €), una hamburguesa clásica, ideal para conocer el buen hacer de la cocina, que no contiene muchos ingredientes que distraigan de la esencia del primer bocado. Se trara de 190 gramos de carnaza, con maple bacon -o lo que es lo mismo, bacon cocinado con sirope de arce-, alioli con sirope y poutine de la casa. Todo muy sencillo, aunque, sobre la mesa, con cierto toque de nivel. El resultado: decente, pero no nos dice nada. Volvemos a quedarnos ganas de mucho más rock and roll y a pesar de las calidades, la carne vuelve a presentarse carente de esa profundidad que le deberían dar las brasas, el bacon, prácticamente, se localiza por su textura y eso sí, la salsa nos ofrece una presencia y sabor bastante ideal.
El punto está respetado por parte de la cocina, pero encontramos la carne con un picado excesivo, lo que provoca que el calor tenga dificultad para circular por su interior y da como resultado una cocción irregular, con los bordes muy hechos y el corazón rosita, pero sin ningún sabor. De nuevo, la protagonista no es tal en una hamburguesa que tendría que ser una auténtica explosión de sabor.
Por otro lado, el pan es correcto, como todo, aunque tampoco dice mucho. Este brioche aguanta los bocados y trata de resistir ese mar de jugos y salsas con las que se bañan los ingredientes de su interior, aunque tiene el problema del diametro: está hecho para soportar el patty más grande que ofrecen y si pides el "pequeño" se queda sobrante por todos lados. Pero si hay algo que destaque, son las patatas fritas que acompañaron a una de nuestras elección. Bastones finitos, caseras y muy crujientes. Toda una delicia para mordisquear sin parar. Este es uno de los acompañamientos que podemos elegir con nuestros platos, el otro fue la ensalada de col. También correcta, suficiente, pero que no nos provoca la necesidad de seguir comiéndola o mezclarla con la burger, por ejemplo.
En definitiva, las brasas que nos gustan de Burmet sólo las encontramos en unos nachos que lo han hecho famoso. Las hamburguesas son correctas, pero no nos dicen mucho más, cosa que esperamos en cada visita que realizamos. Tendremos que mantener este local en el radar para comprobar si ha sido resultado de un día flojo o es tónica general.
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