Hay sitios a los que les echamos el ojo y vamos a tiro hecho pero después hay otros que descubrimos un día vagando por las calles de Madrid. Eso último fue lo que nos pasó un romántico 14 de febrero cuando buscábamos dónde zampar en una noche fría y lluviosa por las calles de Madrid, nos encontramos con un restaurante con varias mesas libres que anunciaba a bombo y platillo hamburguesas en su carta. ¡Allá que entramos!
Costellos en Madrid hay unos cuantos pero nunca nos habían llamado poderosamente la atención y este nuevo emplazamiento sin duda es un acierto, ya que la calle Ballesta queda a mano de malasañeros y paseantes ocasionales del centro de la capital. La verdad es que la estética y el concepto del local son interesantes para gente que, como nosotros, no quiere dejarse demasiada pasta en cenar sin dejar de estar en un sitio agradable.
La decoración nos conquistó al entrar, muy moderna y con las luces tenues, es un lugar ideal para una cita que se quiere alargar. A unas cuantas mesas en la entrada les siguen una barra poderosa en la que vimos a gente esperando para ser servidos sin que el resto de comensales lo notásemos. Al fondo hay hasta un pequeño saloncito en el que acomodan a grupos que quieren dar guerra.
Tras pedir unas cañas, nos pusieron la carta en las manos y la verdad es que nos emocionamos ligeramente. Se trata de un menú corto con cositas sencillas como bagels, chapatas, ensaladas, raciones y nuestras preciadas hamburguesas con un toque modernete y a precios bastante competitivos. Así, las raciones no suben de los 10-15€ y tenemos la posibilidad de pedirlas en tamaño de "media", para que no os hinchéis si vais en plan pareja. Lo mismo decimos de las burgers que van desde los 6€ de la Sencilla hasta los 9,80€ de la Gran Cajuna.
Como era de esperar, nuestros ojos se fueron directamente a la sección de "Grill", el cual vemos nada más sentarnos, ya que una hermosa cristalera nos deja ver la cocina y su parrilla. En Costello Ballesta tenemos nueve hamburguesas entre las que elegir, lo cual no está nada mal. Desde los 100 gramos de vacuno de la más pequeña hasta los 250 gramos de la más grande, aunque hay otras opciones como la Crunchy de pollo o la de Lechón, que pintaban bien al leerlas.
Nosotros nos ponemos al lío pidiendo un par de medias raciones de entrantes: Crujientes de pollo en corn flakes y Surtido de hummus con pita. Los crujientes de pollo no dejan de ser unos tenders de toda la vida aunque con un toque más crunchy y la media ración viene en un gracioso cartuchito. En el surtido de hummus encontramos tres "pastas" diferentes: una de garbanzos (la tradicional), otra de berenjena y otra de remolacha. Sinceramente, no nos convenció mucho, ninguno de ellas tenía un sabor que nos enamorase y el de remolacha era demasiado líquido y poco apetitoso a la vista.
Con las expectativas ya un poco minadas, y antes de que nos acabásemos los entrantes, nos pusieron sobre la mesa la hamburguesa que habíamos elegido. Nuestra víctima era la Francesa con pan de mollete y patatas fritas. Como queríamos dar un toque romántico a la velada, por eso de ser San Hamburguesín, nos lanzamos a lo francés: 200 gramos de carne de vacuno, queso brie, cebolla caramelizada y mostaza antigua.
Todavía no podemos definir qué es lo que no nos gustó de esta hamburguesa pero es que fue un conjunto de despropósitos. No entendemos cómo es posible que una carne recién salida de una parrilla tan grandiosa no nos llegase a convencer pero es que estaba poco jugosa y mal picada. Aunque la habíamos pedido poco hecha, el punto estaba algo pasado. El brie casi no se olía, podéis ver vosotros mismos esa triste lonchita de queso en mitad de la hamburguesa... Y es que ni la mostaza antigua se intuía entre esa gran cama de pan (eso sí, bien tostado) con cebolla que se había quedado fría.
Quizás las patatas fritas, las siempre escuderas de la hamburguesa, son la parte más salvable del conjunto puesto que estaban bien fritas y crujientes, como a nosotros nos gustan.
Es una auténtica pena que en un local tan chulo, con precios tan buenos y con un componente del menú tan predominante en la carta como el grill, se trate tan mal el producto y terminamos bastante desanimados. Así que, para endulzar la velada, acabamos con una Tarta de la abuela, es decir, la típica tarta de galletas con chocolate de los cumpleaños con un poquitín de nata. Estaba muy correcta aunque nada para tirar cohetes.
Y esta es la crónica de una visita que no creemos que vayamos a repetir. La verdad es que no salimos nada convencidos ni por el servicio ni por la comida en general. Los entrantes fueron más bien flojos pero lo de la hamburguesa es un pecado capital cuando se tiene una parrilla como la que vimos y un producto más o menos de calidad. Tienen un largo camino por delante para mejorar...
PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA:
2 CAÑAS: 2,40€
CRUJIENTES DE POLLO: 4,75€
SURTIDO DE HUMMUS: 5,50€
HAMBURGUESA FRANCESA: 7,80€
TARTA DE LA ABUELA: 3,90€
TOTAL: 24,35€
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