La zona que corresponde la Glorieta de Bilbao y las calles aledañas se ha convertido, por méritos propios, en un gran conglomerado de locales donde zamparte una hamburguesa, ya sea rollo fast food, batallera, normalita o superior, pero lo que no deja de sorprendernos es que se siguen abriendo garitos donde degustar carne emparedada. Tal es el ejemplo de Dalú Burger, que, aunque lleva ya un tiempo al pie del cañon, ocupa el local de otro local que conocimos hasta hace no mucho. Ya sabéis, reciclarse o morir. El caso es que esta gente lo hace bien, al menos en redes, asociándose con influencers de esos que comen mucho en muy poco tiempo, que prestan su nombre a hamburguesas y que deben de saber mucho de esto, porque son tratados como auténticas eminencias allá donde van. Fuera sarcasmos, imaginamos que a los restaurantes les sale a cuenta, porque ganan seguidores, tendencia tan esclava muchas veces.
No obstante, todo en el interior de este pasillo con mesas sigue igual a como lo recordamos, con sus mesas altas, su pequeña barra y su ambiente recogido. Todo atendido por una sola persona, muy amable, por cierto.
En la carta, como siempre, un poquito de todo; desde entrantes donde no pueden faltar los tequeños (a ver si pasa la moda ya, porque cansan bastante), aros de cebolla, alits, tenders... para seguir con propuestas de hamburguesas bien elaboradas y, oh, sorpresa, un apartado dedicado, únicamente, a las smash, esas burgers tan de moda últimamente y que nos quieren colar como sea. ¿Será así aquí?
Vayamos por partes, ya que cayeron unos aros de cebolla para empezar, bastante decentes, congelados, pero muy crujientes y ricos, con una cebolla jugosa y con saborazo. Bien para empezar y en una ración perfecta para compartir.
Seguimos con la San Diego, una burger básica, de las que nos gusta probar para ver si las cosas se saben hacer bien y oye, no estaba mal. No destaca en nada, pero está todo correcto. La carne tiene sabor, sin pasarse, las verduras en su punto y el queso bien fundido. Como decimos, sin ser un bocado de los que nos vuelan la cabeza, se deja comer y hace, al menos, que no nos arrepintamos de haberla pedido. Quizás el punto más negativo sea el bacon, poco hecho y más salado de lo que nos gustaría, lo que aporta cierta incomodidad a la hora de saborear el conjunto.
Como decimos, la carnaza se salva, pero por lo bien tratada que está, con un picado medio, pero agradable y un punto cercano a lo solicitado. Lo que echamos de menos es más potencia de sabor, aunque de eso se encarga el punto de sal, que ya no sabemos si es excesivo por culpa del bacon o que se les ha ido la mano en cocina. En cualquier caso, aprobado para un elemento que, sorprendentemente, se descuida cada vez más.
En este caso, el pan tampoco destaca, ni en lo bueno ni en lo malo y se queda en un acompañante discreto del conjunto. Eso sí, bien tostadito y fresco, que ya es bastante.
Por otro lado tenemos una smash, concretamente la Texas, que se desvirtúa con un exceso de salsa barbacoa (nosotros la pondríamos aparte, para que el comensal elija cantidades) y unos aros cebolla que, aunque crujientes, hacen que no prestemos la atención que se merece a la costra de los patties, bastante lograda, aunque sin llegar a explotar. Estos dos discos de carne se presentan bien envueltos en un queso americano maravilloso y muy bien fundido, que confiere a todo una cremosidad que le llegamos a exigir a cualquier burger cocinada con esta técnica. Además, el pan funciona a la perfección, muy esponjoso. Y claro, el bacon, esa loncha súper gruesa, salada, que también mata un poco el tono general de una burger con la que podríamos soñar. No os vamos a engañar, se trata de una hamburguesa bien hecha, que se acerca al estilo clásico de smash, pero a la que le falta esa costra prominente que hace diferenciarse a las de verdad, con las que lo quieren ser.
Ambas opciones van acompañadas de patatas fritas, cortadas en gajos, decentes, muy probablemente congeladas, pero complementan buen y se dejan comer, aunque sea remojadas en alguna salsa que encontremos en la mesa.
En definitiva, este Dalú Burger cumple, sin locuras y hace que salgamos satisfechos por su puerta. No es una experiencia tremenda, pero sí digna, con sus fallos, corregibles, pero en la que notamos ganas de hacer las cosas bien y que, si se asesorasen por gente que sabe y no por influencers de dudosa reputación, conseguirían un producto que justifique los precios, algo altos en algunas opciones y que haría volver a los comensales una y otra vez. Los seguiremos de cerca.
PRECIO DSGLOSADO DE LA VISITA
2 BOTELLAS PEQUEÑAS DE AGUA: 3 €
1 AROS DE CEBOLLA: 6 €
1 HAMBURGUESA SAN DIEGO: 12.5 €
1 SMASH TEXAS: 13.9 €
TOTAL: 35.4 €
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