A muy pocos pasos de Gran Vía y muy bien ubicado dentro del barrio de Chueca, en uno de los lados de la Plaza Pedro Zerolo, la cadena riojana Entrepuentes ha dado el salto a la capital para traernos sus especialidades únicas basadas en un concepto de casual food, que se unen a sabores de la Rioja con toques mediterráneos, siguiendo con su máxima de ofrecer platos hechos al momento.
Podemos decir que Entrepuentes City une lo mejor de una cocina fast food de calidad con el ambiente propio de una cervecería. De este modo ofrece una barra a los clientes, que ya desde que entramos por la puerta, con su recogida terraza y su jardín vertical (a pequeña escala), nos da paso a una decoración de corte industrial pero acogedora, con mesas que nos recuerdan a las típicas de dinner americano pero con una vuelta de tuerca.
El local está dispuesto a lo largo, quedando un espacio más amplio al fondo donde se ha dispuesto un mapa de Europa y una pizarra para que los clientes pueden interactuar así como dejar mensajes de su paso por el restaurante. Este aire informal también se recoge en la forma de pedir, ya que tendremos que realizar nuestra comanda en la barra, nos darán un avisador y sorpresa, no hará falta que vayamos a por la comida, sino que nos la traen a la mesa. Esto, según sus creadores, se denomina "servicio mixto" y es realmente curioso.
Conocer su extensa carta y probar algunos de sus mejores y más novedosos platos es lo que pudimos experimentar ayer dentro de un evento organizado para medios especializados, donde sus responsables, así como su personal de servicio nos atendieron estupendamente, explicando las bondades de este restaurante y haciendo que la estancia fuese de lo más agradable.
Lo interesante es la posibilidad de crear distintas combinaciones a través de los numerosos extras que se ofrecen, algo que para los indecisos puede ser un problema, pero que para más de uno puede ser una forma de dar rienda suelta a su paladar. Y todo ello bajo unos precios muy competitivos que han seguido manteniendo de su localidad de origen.
Pero hablemos ya de lo que pudimos probar, una selección de sus platos más característicos, regados por su cerveza de referencia así como de un vino de la casa obviamente muy cuidado por venir de la tierra de la grandes bodegas en España.
Como entrantes, un trío (11.4 €) para degustar que incluía una tapa de pollo Tex Mex, muy crujiente y sutilmente bañado por una salsa barbacoa, otra tapa de fritura de calamares y otra de patatas queseras, presentado todo en un formato muy atractivo para la vista.
Otra de sus especialidades, los nachos riojanos (8.4 €), todo un homenaje a su origen gastronómico que mezcla elementos autóctonos como las patatas, el picadillo y el huevo, con la inspiración mexicana que nos aporta el queso cheddar fundido típico de los nachos. Un plato tan original como sorprendentemente rico.
Seguimos con otra de sus creaciones más originales, los bocazzas (5.5 € - 5.9 €), que con su eslogan “no es un bocata, no es una pizza, no lo has probado nunca” hace honor a ello ofreciéndonos una mezcla de sabores, de reminiscencias muy mediterráneas en este caso por ese pan que nos recuerda a la focaccia. Como punto negativo y al considerarnos amantes del queso, sí que echamos de menos más cantidad de este lácteo para conseguir, así, un sabor más potente y que el panecillo no estuviese tan presenta en cada bocado.
Pero Entrepuentes City no tendría cabida en este blog si no ofreciese en su carta una selección de hamburguesas. Pudimos probar algunas de sus combinaciones más riojanas, como la de pimientos del piquillo y queso de cabra (9.9 €) así como la que incluía cebolla caramelizada. En todos los casos sabores muy potentes que ayudan a aportar gracia a una carne bien preparada y cocinada, pero para nuestro gusto carente de más sabor, posiblemente debido a que el punto de la misma estaba demasiado alto para nosotros, perdiendo así un protagonismo que se llevó el resto de ingredientes del conjunto.
Lo más interesante de las hamburguesas es ese pan que se aleja del típico bollo, para regalarnos esa reminiscencia a los bocadillos crujientes de toda la vida, aportando así sabores que nos devuelven al origen de esta cadena de restaurantes. Y las patatas, asadas y cortadas a modo de gajos gigantes, muy bien condimentadas con ajo y perejil.
Todo el conjunto está muy bien presentado sobre una tabla de cortar y papel, que aprovechamos a comentar es fruto de una imagen de marca que va desde los vasos de vino con su logo hasta las servilletas, salvamanteles, folletos donde explican sus ofertas, ¡incluso las paredes del local!
Como colofón, una selección de postres, que incluía desde coulant a una tarta elaborada con chocolate, todo una oda para los amantes de este manjar.
Buenas raciones en tamaño, preparaciones rápidas pero cuidadas en cuanto a sabores muy caseros, combinaciones que nos traen lo mejor de la cultura gastronómica riojana con fusiones de otras partes del mundo, en una carta que se hace muy atractiva para saciar las ganas de tapear y comer elaboraciones entrepanes. Sin duda todo un descubrimiento en pleno centro de Madrid.
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