Aprovechando una época laboral en tierras de levante, nos animamos a comprobar por nosotros mismos cómo nuestra amada hamburguesa se abre paso no sólo por las calles de la capital del Túria, sino en las localidades colindantes. Así que, tras conocer Black Bull a través de sus redes y gracias a las recomendaciones de unos amigos, nos encaminamos a probar este garitazo, que cuida los detalles desde que cruzamos sus puertas, con una gran barra y cocina a la vista, mesas convenientemente separadas y una terraza generosa. Todo mimando una imagen de marca excelente y gamberra, ¡no nos puede gustar más!
En la carta, hamburguesas y más hamburguesas, aunque también tenemos los sempiternos tequeños, en gran variedad y que nos dan pistas del origen de los creadores de este local, así como alitas y demás entrantes y postres clásicos procedentes del otro lado del charco. En cuanto a precios, en la línea, pero claro, esa línea es de Madrid y puede que a los locales les pueda llegar a resultar algo elevado.
Aunque no fue un problema a la hora se sentarnos cinco estómagos hambrientos y empezar a pedir. Para comenzar, unos teques de plátano macho (0.9 € la unidad), acompañados de alioli, que se acaba comiendo todo el sabor de unos palos de queso venezolano que sustituyen la típica masa por un recubrimiento a base de plátano que le da al conjunto un nivel aceptable. No nos volvimos locos, pero sí que comenzó a dejarnos un buen gusto.
También, para calentar, cayeron las alitas con miel y sésamo (4.9 €) que, aunque nos prometen un puntito picante, no es así. Pero no pasa nada, ya que están muy bien cocinadas, quedando jugosas y melosas. Aquí sí que hablamos el mismo idioma.
Y pasamos a la carnaza emparedada con la Petrizzo (8.6 €), una hamburguesa básica, con queso de cabra, tomate seco, mermelada de cebolla y mayo pesto. Equilibrada y ligera, presenta una carne bien cocinada, aunque un poco pasada de punto, bien picada y algo jugosa. Quizás con un poquito menos de calor se pueda conseguir una melosidad que se echa de menos en algunos bocados.
Seguimos con la Burger Pizza (7.9 €), que pretende jugar con nuestros sentidos, evocándonos a las calles de Nápoles con esa mezcla de pasata, peperoni, peperonata, mozzarella y orégano. Cumple, aunque con los defectos carnales de todas sus compañeras.
Vamos ahora con una hamburguesa de reto, la Big Bull (13.9 €), o lo que es lo mismo, dos burgers fusionadas con muuucho queso cheddar y Edam, pepinillos y cebolla. En la práctica, estamos ante una cheeseburger clásica, multiplicada por dos, llegando a incluir 400 gramos de carnaza y triple de pan. Ideal para posturear en Instagram.
Pero nosotros teníamos fe en la Cheese 4k (8.5 € + suplemento), haciéndola doble, para, también, llegar a los 400 gramos de materia prima y un queso cheddar espectacularmente fundido, que se complementa con Roqeufort y mermelada de cebolla. Una locura cremosa, variada de sabores y en a que, de nuevo, echamos de menos uno o dos puntos menos de cocción de la carnaza para flipar como locos con esta hamburguesaca.
Todas las opciones van abrazadas por un panecillo fresco, con semillas de amapola y sin tostar que, aunque aguanta la cantidad ingente de jugos que sueltan nuestras amigas, aguanta casi al 100% nuestras envestidas. Otro cantar con las patatas fritas, que tienen un recargo de 0.9 € y que no son más que bastones rizados congelados y sin ninguna gracia, que sirven más para llenar la tripa que para enamorar a nuestras papilas gustativas.
Por si os lo estabais preguntando, hubo sitio para probar un postre, concretamente la tarta de queso con Oreo (3.5 €), cremosa, en muy buena ración y si bien ni es ninguna locura, cumple con su propósito. Sin más, un postre decente, pero que no nos dice muchas más cosas.
En definitiva, Black Bull Burger nos gustó, con sus sombras, por supuesto, pero es un buen intento en esto de tener hamburguesas de calidad. Una lástima esto del cocinado de la carne, ya que se puede intuir una calidad que se ve difuminada por su largo paso por la plancha. Buen local, gran servicio y precios equilibrados auguran, a nuestro juicio, un camino de éxito para este local que necesita cuidar unos pocos detalles.
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