Como si de un local en obras se tratase, Illegal Burger se abrió ante nosotros tras "escapar" del centro de Oslo y viajar en tranvía en busca de una suculenta carne emparedada y de paso, evitar las aglomeraciones turísticas de la capital de Noruega. Tras atravesar sus puertas, una barra con una chica muy simpática nos recibe para hacer nuestro pedido y buscar un asiento en el que esperar las viandas. Alrededor tenemos una decoración minimalista, con muebles en los que encontrar las salsas que podemos echar a nuestras patatas fritas o los cubiertos para pincharlas.
Como no podía ser de otra forma, las hamburguesas ocupan, casi, la totalidad de la carta, aunque también podemos encontrar algunos entrantes y sides, ya que los platos principales vienen sin acompañamientos. También nos ofrecen varios tamaños de carnaza o la opción de hacer nuestra elección carnívora, de pescado o vegetariana. En cuanto a precios, a pesar de estar en un país excesivamente caro, aquí podremos comer bien sin salir arruinados. Además, una práctica habitual aquí es la de pedir agua del grifo o tap water, por si queréis ahorrar un poco más en el ticket final.
Ya sentados en nuestra mesa, le hincamos el diente a The Fish, una hamburguesa de pescado rebozado, con queso brie y verduras, que, si bien podría suponer un éxtasis de sabores, se queda a medio camino por culpa, en parte, de ese lácteo, que hace que todo sea un pegote en boca, consiguiendo que la ingesta de esta burger sea toda una hazaña, a pesar de la salsa que acompaña nuesto viaje, rica, pero insuficiente.
Con la siguiente elección, quisimos hacer la locura y pedimos una Cheese Royal doble, que nos pareció bastante interesante, si no hubiese sido por la propia carne, algo más apelmaza de lo que nos habría gustado. Una lástima, ya que cuentan con un horno Josper para cocinar todas las viandas, que le aporta ese toque de humo que nos encanta y encima, el queso está maravillosamente fundido, además del bacon, riquísimo.
Fruto de ese picado apelmazado, encontramos una carne cocinada en exceso, quedando algo seca y carente de sabor, que no se acaba de llevar bien con el resto de ingredientes que la acompañan; incluida esa lechuga, en demasiada cantidad, que hace algo complicado eso de agarrar el conjunto con las manos.
Y eso que el pan aguanta muy bien, lo cual nos encantó, a pesar de presentarse tostado en exceso, casi carbonizado en algunas zonas.
Como os hemos adelantado, las hamburguesas no vienen acompañadas de nada, así que pedimos una ración de patatas fritas, ideal para compartir. Muy bien cocinadas y al punto de sal, esta maravilla casera nos alegró un poquito más la experiencia, haciendo que, casi casi, nos olvidásemos de las salsas para remojarlas.
Por todo esto, Illegal Burger nos gustó, aunque no nos fascinó. Eso sí, es un oasis hamburguesero en medio de una ciudad vibrante, llena de propuestas gastronónomicas dispares muy, muy caras, pero donde nuestra burger no suele acabar muy bien parada. Mención aparte tiene el buen hacer del cocinero con el Josper, que hace lo que puede con una carne mejorable.
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