Parece que la nueva normalidad nos permite salir de nuevo a catar hamburguesas allá donde nos lleva el hambre. Y así llegamos a Hipódromo London Pub, un garito al que ya teníamos echado el ojo desde hace mucho gracias a su gran labor en redes, por lo que no pudimos evitar acercarnos a probar sus creaciones.
Al entrar, recibimos lo que nos prometen, un local tipo pub irlandés, con una gran barra, coronada con multitud de botellas de bebidas espirituosas, unos cuantos grifos de cervezas y un montón de mesas bajas y altas donde degustar algo más que líquidos. Eso sí, hasta arriba de gente, por lo que no dudamos de su popularidad local.
La carta es inmensa, buscando tocar todos los palos posibles. Desde cocina tradicional hasta algo más creativo, para todos los gustos y con las hamburguesas como propuesta central. Todo con unos precios razonables. Pero es que no os mentimos si os decimos que nos costó mucho decidirnos y eso que íbamos "a tiro hecho" con esto de la carne emparedada. Muchas tentaciones se quedaron en el camino para, quizá, una nueva visita.
Para entrar en calor, nos animamos por unos nachos de carne al pastor, bien conseguida, aunque carente de ese poquito más de sabor mexicano. Mezcla un poco ecléctica, con unos totopos bicolor batante ricos y un pico de gallo a base de pimientos y cebolla que nos dejó un poco fríos. Eso sí, el queso fundido estaba delicioso y fue una lástima que se acabase.
Y ahora pasamos a las protagonistas; empezando por la Son Pardo, con una mezcla de setas, bacon crujiente y salsa de la casa. Todo muy compensado, abrazando como debe a una carne de la que podríamos esperar más. Aliñada como si de un filete ruso se tratase, estamos ante un patty de ternera blanca, demasiado especiado, que apenas ofrece ese sabor predominante que debería para erigirse como reina de todo el conjunto.
Eso sí, el queso se presenta fundido a la perfección y el punto de la carnaza es adecuado, aunque la pedimos poco hecha y llegó con un poco más de cocción. El picado roza el exceso, aunque está al límite de lo que nosotros entendemos como correcto. El pan, correcto, un bioche con semillas de sésamo, bien tostado y que aguanta en todo momento, aunque en los bocados finales se nos acabó desmoronando ante tanta salsa.
Por otro lado tenemos la Rústica, con una mezcla de pimientos que nos suena a calco de los nachos de antes. Todo muy compensado, a excepción de la carne y con un pan de mollete tierno y bien tostado. La disfrutamos, aunque le faltó un par de puntos para hacernos felices de verdad.
Ambas hamburguesas se sirven acompañadas de patatas fritas caseras, bien fritas e ideales para remojar con algo de la salsa sobrante de las burgers.
En definitiva, con esta visita disfrutamos de uno de esos lugares a los que vas con muchas ganas, que cuidan los detalles (sobre todo con otras mesas, cuyos comensales recibían invitaciones y halagos por doquier). En cuanto a la comida, ese mismo gusto por los detalles nos hizo plantear una nueva futura visita, ya que las hamburguesas cumplen, pero no con nota. Sabores adecuados, muy buenas ideas y ejecución a la altura, nos hacen pensar que este Hipódromo podrá dar mucho de qué hablar.
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