Hace tiempo dimos con nuestros huesos en un local que nos acabó conquistando por su buen hacer en cocina, con unas hamburguesas caseras estupendas, buenos precios y un servicio atento y súper amable. Ese lugar se llamaba La alegría de los Huerta y hemos aprovechado estos días para regresar y ver cómo les sienta el paso del tiempo, comprobando que algo ha cambiado. Empezamos por la decoración, que más o menos es la misma, aunque han cambiado mesas sillas, resultando, estas últimas, ser endebles, convirtiéndose en un peligro, ya que bailan mucho y tenemos la sensación de acabar con nuestros traseros en el suelo. Por lo demás, a pesar de encontrar un aspecto dejado, no apreciamos mucha más diferencia.
En la carta, a simple vista, todo sigue igual, aunque echamos de menos esas frases que resumían la filosofía del lugar. Normalita, sin cambios, conservando hasta los precios, a pesar de habernos prometido en otras comunicaciones que iban a incorporar más hamburguesas, ya que el dueño era un apasionado de la carnaza. Seguimos con tres opciones, incluidas en un menú específico, además del diario, con unas cuantas propuestas.
Tras realizar nuestras elecciones hamburgueseras y ser advertidos de que la cocina tardarían porque "tenían que descongelar cosas", nuestro vello se erizó, más por el motivo que otra cosa, pero bueno, esperamos pacientes más de tres cuartos de hora, viendo cómo las escasas mesas que nos flanqueaban recibían sus viandas. Por fin, llegaron nuestras hamburguesas, empezando por la de la casa, con carne, queso de cabra, cebolla caramelizada, tomate y lechuga. Combinación decente, aunque sin volvernos locos. El patty conserva la receta original, de estilo filete ruso, con un sabor a perejil, quizás, excesivo y un pan de mollete, muy poco tostado, que abraza el conjunto, aguantando a duras penas nuestra mordida.
El picado de la carnaza está bien, aunque no acaba de estar muy formada y se acaba deshaciendo en trozos, según vamos degustándola. Eso sí, el punto de cocción está muy conseguido y aunque tuvimos que aceptar pedir todas las opciones al punto para poder compartirlas, estaba bastante respetado.
Cayeron el resto de opciones, con la Española, que para nosotros fue la mejor, ya que el queso y el jamón de paleta casan a la perfección con la carne aliñada; y la Sibarita, con cebolla caramelizada y un foie que necesitaba un poco más de punch para fliparnos.
Como acompañamiento en todas las hamburguesas tenemos patatas fritas, en buena ración y muy caseras. Cocinadas al "estilo abuela" y crujientitas. Mejoran, con creces, la experiencia.
Como no podía ser de otra manera, nos lanzamos a por el postre que incluía el menú hamburguesero, concretamente, nos animamos por la Muerte por chocolate que, aunque no era casera, estaba rica y la porción era más que contundente. Tanto es así que no pudimos acabarla.
En definitiva, lo que un día nos conquistó, ahora nos deja un poco fríos. Con un servicio saturado, a pesar de no haber mucha clientela y una cocinademasiado lenta, las hamburguesas están bien, pero que nos dicen poco y a las que les pediríamos mucho más para que nos sacasen la sonrisa de satisfacción que nos gusta lucir cuando salimos de los garitos.
PRECIO DEL MENÚ HAMBURGUESERO: 10.5 €
Añadir nuevo comentario