Esos menús que mezclan dulce y salado y que sirven de transición entre el desayuno y la comida que se llaman brunch, nos encantan y más cuando arrojan algo de originalidad a unas combinaciones que empiezan a saturar el estado gastronómico del personal cuando llega el fin de semana. Este atractivo fue lo que nos llamó a la hora de visitar The Little Big Café, entre Moncloa y Argüelles, con su pequeñísimo salón recibiéndonos, junto a su escaparate de bollitos, su rollito healthy y su servicio súper simpático y cariñoso.
Tras flipar con la tremenda afluencia de gente que colapsaba el local, conseguimos sentarnos para elegir nuestras viandas. Os advertimos que ojear la carta se convierte en una tarea de fuerza de voluntad, ya que todo tiene una pinta tremenda y es muy complicado decidirse por algo. Los 18.5 € que cuesta el brunch dan para decantarnos por una bebida, un entrante, un plato dulce y un plato salado, además del café y/o infusión. Bastante completo todo y realmente tentador.
La decisión de la mesa fue unánime: hamburguesas de pollo para todos. Aunque alguien se "sacrificó" y pidió algo distinto. Los huevos benedictine no pueden faltar en cualquier brunch que se precie, así que llegaron, acompañados de salmón, sobre una tostada y muy bien pochados, bañados en una salsa holandesa cremosa, para hacer las delicias de la congregación. Un clásico en que se puede puede fallar en su ejecución, aunque este no sea el caso.
Lo realmente sorprendente de este brunch es su hamburguesa, lo cual ya es digno de elogio, ya que estamos ante un patty de pollo, que no es un filete a la plancha, sino un disco picado de carne de este ave, bien compactado y lleno de sabor, que se complementa a la perfección con una salsa de miel y mostaza que aportan cremosidad y profundidad a cada bocado.
Todo esto va acompañado de tomate y cebolla caramelizada que no enmascaran el conjunto. Además, este compendio va abrazado por un panecillo tipo brioche fresco que, a pesar de no presentarse tostado, aguanta a la perfección sin desmoronarse. Quizás el punto negativo es que es más grande que lo que lleva en su interior, por lo que acabamos comiendo pan con pan.
Como guarnición, siguiendo la línea healthy, tenemos ensalada en buena cantidad y unos chips vegetales, muy crujientes, que nosotros ya consumimos en casa, por lo que los conocemos muy bien y sabemos que juegan estupendamente con un concepto más sano.
Pero no acaba aquí la cosa, más bien continúa con la selección de platos dulces, que tambien fue unánime: french toast con crema de queso y miel. Divinas, no hay más que añadir. El toque de canela de las tostadas con la crema y la miel hacen un juego en boca indescriptible, que nos hizo desear que no se acabase nuca. Sin duda, lo mejor de la experiencia. También cayó una porción de tarta de zanahoria casera y muy esponjosa y un poquito de fruta, lo cual completó el deseo dulce que empezó con unos mini scones muy jugosos.
Este brunch de The Little Big Café es todo es un descubrimiento. Ojo, hay que reservar porque se llena, pero pasado ese primer instante y una vez sentados, disfrutamos con unos platos cuidados y una hamburgeusa que sorprende, aunque le pediríamos un poco más, ya que queda algo ensombrecida por el resto de platos, pero que no desmerece, en absoluto, la experiencia general. Un gran servicio, que sabe con lo que trabaja, es la antesala para un brunch que promete y cumple.
PRECIO DEL BRUNCH: 18.5 €
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