Si a un restaurante le pedimos que el personal sea agradable y que la hamburguesa sea digna de disfrutar, Lunch Box Restaurant & Tiki Room cumple con esos dos requisitos. Por ello, pasados ya casi tres años desde nuestra primera visita, hemos querido volver para comprobar si todo aquello que nos había gustado seguía manteniendo el listón.
Como ya comentamos en aquella ocasión, entrar en este restaurante es sumergirse en una experiencia más o menos tiki en pleno corazón de Madrid. Decoración de toques surferos mezclados con detalles de la cultura americana, cuya carta hace honor a personalidades de aquellas latitudes por las referencias en los nombres de los platos.
El local invita a tomarse un cocktail, pero nos pudo la gula y terminamos pidiendo unos batidos. Uno de fresa y otro de vainilla, caseros y con nata, el preludio perfecto para ir entrando en la cultura de Norteamérica e ir abriendo apetito antes de comernos las hamburguesas.
Y, ¿qué es lo que pedimos esta vez? La verdad es que nos seguía llamando la Christopher Lee, así que nos venía de lujo para comparar y ver si había perdido o no esa buena sensación que nos dejó la primera vez.
De nuevo carne de ternera gallega de 180 gramos, esta vez al punto porque así lo pedimos cuando el camarero muy amable nos preguntó, además conseguido, manteniendo el sabor a pesar de que no estemos ante una gran hamburguesa en cuanto a tamaño. La acompaña queso parmesano, apenas perceptible en cuanto a intensidad, como igual le ocurre al tomate seco y que se completa con cebolla crujiente y una buena cantidad de setas shitake, cuya potencia en cuanto a aroma se palpa en nariz tras el bocado, lo que se convierte en el acierto de esta burger.
Otro acierto también es el pan con la cubierta de semillas de amapola que, al estar bastante plagado de ellas, llega a hacer que percibamos ese sabor característico de esta semilla, no en tanta potencia como los típicos bollos mohnplunder alemanes, pero sí que algo se llega a percibir. Tostado, cuya apariencia en principio nos hizo pensar que se había queda un poco blando, pero después aguantó bien el tipo, quedando con una consistencia perfecta para aguantar el resto de ingredientes.
En conjunto es una hamburguesa disfrutable, donde ningún sabor tapa al resto, principalmente también porque lo más destacable es esa shitake que se percibe más en nariz que en boca, aunque su textura suave complemente muy bien con la mordida de la carne.
En cuanto a la otra hamburguesa quizá aquí nos pudo no la gula sino el querer comparar con la reciente burger de pollo del Óskar. Lamentablemente esta, la llamada Tura Satana, sale perdiendo en comparación con la mostoleña.
El escalope de pollo está bien rebozado, pero se nos hizo escaso y falto de sabor. Gracias que el resto de ingredientes le daban un poco de color, como el pesto con mayonesa, el queso cheddar y el bacon crujiente. También entre pan de semilla de amapola y acompañada como la Christopher Lee con patatas fritas, muy crujientes aunque en esta ocasión nos despertaba un pequeño dejavú a congeladas, así como una ensalada con brotes varios, tomates cherry y aliño básico.
Para finalizar no pudimos probar ningún postre porque el batido ya se había encargado de aportarnos ese dulzor post comida que casi siempre necesitamos, aunque el camarero nos ofreció un chupito para terminar la cena.
Nos quedamos con esta nueva visita pensando que siempre es mejor dejar que las cosas se desarrollen como están si siguen funcionando y nos vamos con la sensación positivamente reforzada de un buen servicio y de una más que aceptable hamburguesa que sigue manteniendo sus cualidades.
PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA
1 BATIDO DE FRESA: 3.5 €
1 BATIDO DE VAINILLA: 3.5 €
1 HAMBURGUESA CHRISTOPHER LEE: 10.5 €
1 HAMBURGUESA TURA SATANA: 8.5 €
TOTAL: 26 €
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