Aunque os parezca mentira, los restaurantes donde comerse una buena hamburguesa siguen apareciendo en la escena actual. Tal es el caso de Meat Love, un local de nombre sugerente que, aunque ya dispone de una ubicación hermana en Aravaca, acaba de estrenarse (y no por última vez) en el elitista centro comercial Moraleja Green. Aunque cuando nosotros fuimos estaba a medio gas, esta nueva casa de veneración carnívora promete estar preparada para veladas exigentes, con una terraza cubierta y un espacio amplio, que mezcla mesas corridas con algunas más íntimas y que nos transporta a una nave industrial gracias a su decoración, coronada por un contenedor industrial de mercancías.
Aquí está cuidado hasta el más mínimo detalle, desde las mesas de madera, hasta los bloques reciclados, pero lo que más nos gusto fueron las cajetillas eléctricas donde reposan los botes de salsa, ¡nos encantó!
En cuanto a la carta, no hay sorpresas, lo sentimos por nuestros amigos vegetarianos, pero aquí hay carne por todos lados, todo procedentes de una granja de confianza propia, a excepción del buey, que es distribuido por La Finca (no suena este nombre). Con gran variedad de entrantes y productos carnívoros, las burgers destacan por sí solas, pudiendo ser elegidas por tamaños y conservando los precios dentro de la media, lo cual siempre es muy de agradecer.
Así que, sin más dilación y tras frustrar nuestras ganas de nachos con guacamole, empezamos por probar las croquetas, cuadradas y con una bechamel espectacular; eso sí, nada líquida, sino todo lo contrario, consistente a cada bocado. Para completarla, el sabor ideal del jamón y un rebozado nada grasiento y muy crujiente. Todo presentado en una ración más que grande, cosa que se repite en los demás platos, así que os recomendamos que no pidáis a lo loco.
Acto seguido, nuestras mandíbulas comenzaron a moverse al ritmo de los fingers de pollo. Unas largas tiras con una carne fresca y sabrosa, marinada en citronela y soja, lo que le confiere un sabor perfecto por sí sola, pero que aumenta su nivel de rock and roll con un rebozado a base de panko y maíz que aporta ese toque crunchy que nos deja perplejos allá donde lo degustamos.
Mención aparte se merece el ketchup, elaborado en la propia cocina del local y que se torna como el escudero perfecto de estos "dedos", aportando sabor, pero sin enmascarar el resultado final.
Con todo esto haciendo que casi no podamos ni respirar, llega el turno de las hamburguesas. Comenzamos con la de queso de Cabrales y manzana ácida, en la que ambos ingredientes se complementan a la perfección, logrando ese equilibrio que necesita la carne para erigirse como protagonista. Dicha carne, de 250 gramos y asada en la parrilla, cumple con creces el estándar de "casera", con una forma irregular, muy bien picada. Se trata de un sabor suave, quizás rozando en ciertos momentos el estar algo sosa, que hará que no se os haga pesada, resultando este tamaño ideal para los más hamburgueseros del lugar.
El punto de la misma está bien conseguido, dotando a la carne de un punch extra pero a la que no se le deja soltar más jugos de lo debido. Todo un punto positivo para el cocinero y para esa parrilla de leña de encina que nos enamoró cuando nos asomamos de forma furtiva.
La otra víctima de la visita fue la hamburguesa de foie y hongos estofados al Jerez. Una combinación explosiva en la que, aquí sí, el hígado de pato se lleva el premio protagonista, dejando a sus compañeros en meros secundarios. Para los detractores de los sabores fuertes, quizás no es la hamburguesa a pedir, pero los amantes del foie de verdad aquí tendrán una excusa para venir.
Ahora llega el único punto que nos dejó con el corazón a medias, el pan. Muy fresco y sabroso, este bollo clásico americano aguanta casi todo el tiempo nuestras embestidas, aunque hay que reconocer que se nos desmoronó en los bocados finales. Además, algo que tampoco nos convenció es que no estaba tostado, ni siquiera mínimamente, por lo que los pocos jugos que desprendían los ingredientes del interior lo hicieron aún más débil.
Como no podía ser de otra forma, todas las hamburguesas vienen acompañadas de patatas fritas, cortadas en bastones gruesos, muy sabrosas y contundentes. Sin duda, nosotros no nos cansamos en ningún momento de comerlas y eso que íbamos bastante llenos.
A pesar de todo, nos animamos a probar un postre. Nuestro error fue que, viendo el tamaño de las raciones que ya habíamos catado, no reparamos en que el brownie de chocolate fuera a ser tan generoso. Pero ahí que nos lanzamos y no nos arrepentimos, ya que se trata de un bizcocho muy suave y esponjoso, pero de gran sabor a chocolate que quería complementarse con el helado de manzana, algo que, debido a lo poco acostumbrados que estamos a esta combinación, nos resultó raro, pero interesante. Un postre perfecto para terminar sin empalagarnos, aunque eso sí, cuidado si vais a límite de vuestra capacidad.
En definitiva, en Meat Love encontrarán, los más carnívoros, un lugar de recogimiento y disfrute. Si bien es cierto que hay un par de detalles que hay que pulir, se trata de un local bien cuidado, con un servicio a la altura y una materia prima y combinaciones que harán a más de uno (y de dos) descubrirlo y repetir. Nosotros salimos igual de encantados que de llenos y amenazamos con volver a probar un chuletón o alguno de sus cocktails, porque la oferta aquí es realmente larga y merece la pena revisar esa estupenda relación calidad/precio/cantidad.
PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA
2 BOTELLAS DE AGUA: 3.5 €
1 CROQUETAS DE JAMÓN: 8.9 €
1 FIGERS DE POLLO: 8.5 €
1 HAMBURGUESA DE CABRALES (250 GR.): 12.5 €
1 HAMBURGUESA DE FOIE (250 GR.): 12.5 €
1 BROWNIE DE CHOCOLATE: 5.9 €
TOTAL: 51.8 €
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