Pasear y profundizar por las calles de Chamberí significa toparse con muchos garitos donde deleitarse con cocinas y propuestas muy variadas. También muchos gastrobares, fruto de una moda que no llegamos a entender muy bien. Y uno de ellos es Ruta 20, muy bien ubicado y con un local estupendo, con un espacio de barra y mesas altas que precede a un salón donde comer de forma más "tradicional". Todo con un ambiente informal, con gusto y bastante cómodo.
La carta explota las posibilidades de tomar un vino o una caña con su pincho correspondiente, así como las ensaladas o todos los platos que hay para compartir, aunque puedan ser opciones individuales, perfectamente. Además, disponemos de un menú diario asequible e interesante.
No pudimos evitar la tentación de empezar con unos pinchos a modo de entrantes y hubo dos que nos llamaron poderosamente la atención. Por un lado el de cochinita pibil o mejor dicho, una reinterpretación de este clásico taquero mexicano a base de carne de cerdo asada y deshilachada que se guisa con especias. En este caso, este último apartado le confiere un gusto diferente, aunque rico, a pesar del exceso de pimienta que presenta. La textura que percibimos es adecuada y en términos generales, aunque se acerque más al pulled pork, estamos ante un pincho rico, que no nos importaría pedir de nuevo.
También pasó por nuestras fauces el pincho de cachopo, ese plato tan de moda en nuestra ciudad, para comprobar esa labor de ingeniería que es la de transformar un filete de grandes dimensiones en uno que se pueda poner encima de una rebanada de pan crujiente. Y aquí se consigue, pero es que además la carne está buena y el queso de su interior sabroso. Eso sí, el problema viene con la crema de Cabrales en la que va bañado todo el conjunto. Y es que, la casualidad hizo que uno de los miembros de la mesa fuese asturiano y ese sabor le hizo echar de menos su tierra, ya que se trata más bien de un queso azul suave, muy suave, que se aleja mucho del que ofrece este lácteo del norte.
Y así llegamos al momento hamburguesero, con una carne de vaca rubia gallega, que parece ser la gran olvidada de las parrillas madrileñas en favor de Wagyu, el Black Angus o cualquier otra raza que no le tiene nada que olvidar a la patria. De composición sencilla, esta burger viene con mayonesa de chipotle, que aporta un toque picante, pero sin despistar ni un ápice el sabor general, tomate y rúcula. Podréis pensar que se queda un poco sosa y aunque nosotros le habríamos añadido algo más, la cremosidad de la mayo hace que disfrutemos de ella sin necesitar más.En cuanto a la carne, de 200 gramos, nos llega muy bien de punto, con unas marcas de parrilla de gas muy bonitas, aunque no aportan mucho más. La textura no nos llega a gustar, resultando algo glutinosa. Nos atreveríamos a decir que es de La Finca, aunque no pondríamos la mano en el fuego. De sabor no está mal, aunque se queda algo sosa, nada que no arregle la mayonesa de chipotle, que es lo mejor del plato, junto con unas patatas fritas caseras tan ricas que no quisimos mezclarlas con ninguna salsa.
El pan, una suerte de mollete, no llega tostado, aunque nos acompaña en las embestidas sin deshacerse. Está ahí, sin más, que no es poco.
En definitiva, las idas y venidas del destino nos hicieron aterrizar en este gastrobar de Chamberí en el que no teníamos depositadas muchas esperanzas y nos acabó convenciendo. No estamos ante una cocina con las alucinar, pero los bocados son correctos. La hamburguesa podría dar un poquito más de sí misma, pero tiene un par de detalles que nos emocionaron y con eso es más que suficiente como para guardarlo en la recámara. Volveremos y daremos buena cuenta de los pinchos y los regaremos, como se merecen, con buenos vinos.
PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA
3 DOBLES DE CERVEZA: 8.1 €
1 AGUA: 2 €
1 PINCHO DE CACHOPO: 4.2 €
1 PINCHO DE COCHINITA PIBIL: 3.9 €
2 HAMBURGUESAS: 21 €
1 CAFÉ: 1.6 €
TOTAL: 40.8 €
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