El rollito smash burger no se estila mucho en nuestra ciudad y nos teníamos que ir fuera para probar esta técnica de cocinado, consistente en poner una bola de carne en la plancha para aplastarla con una pala y dejarla bien fina mientras se cocina. Pero todo esto ha cambiado con Rude Burger, un garito situado en el barrio de Salamanca, muy gamberro y callejero, que sigue esta premisa en su cocina, aunque los patties resultantes difieren algo del concepto yankee al que estamos acostumbrados.
En un espacio pequeño, aunque bien apañado, podemos leer la sencilla carta, consistente en carne, queso, bacon como ingredientes principales y sus combinaciones. No hace falta más, porque el producto es lo que importa y vaya si lo hace. En cuanto a precios, bien. Quizás un poquito más altos, de lo normal, pero apenas lo notamos; sobre todo si el placer y la sonrisa con la que salimos lo compensa.
Como las hamburguesas se sirven sin acompañamientos, nos decidimos por compartir unas Junky Fries, que hicieron las veces de entrantes. Consistentes en una buena cucharada de queso Cheddar casero y birutas de bacon, bajo las que descansa una estupenda ración de patatas fritas, cortadas en bastones, muy crujientes y caseras que hicieron las delicias de la mesa.
Pero el amor llegó con la carne emparedada y ojo, ¡vaya carne! Si decimos que el patty es la estrella de cualquier hamburguesa que se precie, es por algo. El primer bocado nos hizo ver las estrellas con esa melosidad y saborazo de una materia prima bien sazonada, que se lleva, como debe ser, todo el protagonismo mordisco a mordisco. Y eso que, en un primer visionado, nos echó para atrás el tamaño de la misma con respecto al pan, pero creednos, ese puede ser el único defecto de un plato que roza la perfección.
Sobre estas líneas tenéis la Mc Rudeld o como ellos mismos dicen, la hamburguesa como debería hacerla la marca del payaso diabólico. 150 gramos de carne, queso, pepinillos, ketchup y mostaza. Combinación ganadora con un punto de cocción clavado, cosa más complicada por el grosor de la carnaza. Además, el picado es el justo para disfrutar con un discazo que se deshace en la boca y un queso Monterrey generoso y maravillosamente fundido.
Para confirmar nuestras sensaciones orgásmicas, pasó por nuestras fauces la Trash Rude, con queso Cheddar, Monterrey Jack, bacon, cebolla caramelizada y mayonesa sriracha. Una maravilla que nos deja sin palabras. Más queso, más carne y un pan que, en ambas opciones, se tuesta a la plancha con su poquito de mantequilla, dulce, sabroso, fresco, no se desmorona... Podríamos estar horas enumerando todas sus virtudes, pero nos quedaríamos cortos.
Y de postre, más arte, con una cheesecake casera que nos ofreció el camarero, con una confitura de fresa que quitaba el sentido. Broche de oro puesto con una esponjosidad y melosidad que nos sacó la sonrisa de felicidad total en esta visita que es todo un descubrimiento y que no puede faltar en las agendas de todos los hamburgueseros de pro. A nosotros nos ha maravillado y entra, por méritos propios, en nuestro TOP. ¡Ya estamos deseando volver!
PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA
1 CERVEZA: 2 €
1 REFRESCO: 2 €
1 JUNKY FRIES: 7 €
1 MC RUDELD BURGER: 10 €
1 TRASH RUDE BURGER: 12 €
1 TARTA DE QUESO: 7 €
TOTAL: 40 €
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