Con el tiempo y gracias -o por culpa- de programas como "Crónicas carnívoras -Man vs. food, en inglés-, los restaurantes que ofrecen retos en sus cartas se han multiplicado. Algunos con más calidad y otros con menos, el caso es que es raro no encontrar una monstruosidad de carnaza navegando un poquito por ahí. Pues bien, digamos que uno de esos pioneros fue Brutus, un local espartano donde las hamburguesas se medían por su diámetro, no por su calidad. Desafortunadamente -siempre nos duele cuando un local cierra-, esta franquicia tuvo que extinguirse, aunque no su influencia, que sigue presente en establecimientos como Superbestia, que hereda el concepto de comida a lo grande en un ambiente digno, pero no espectacular.
Haciendo honor a su nombre, aquí todo es a lo bestia, teniendo una amplia oferta de burgers, bocadillos, perritos, etc, todo en grandes cantidades, con nombres sugerentes e ingredientes que,a priori, pueden ser la mar de apetecible. Ademas, los precios no están nada, por lo que no encontramos razón para no probar a pasarnos por aquí.
Como con el menú que elegimos venía incluida una gran cantidad de patatas fritas, no pedimos entrantes, ya que este tubérculo, congelado y cortado en zigzag, servía, más que de sobra para ir abriendo el apetito mientras llegaba nuestra Cojonuda, la hamburguesa con bacon, queso y huevo frito que pedimos, como no podía ser de otra forma, en su tamaño más grande. Lo que nos llegó fue un platillo volante espectacular, con una carne muy fina, pero de gran radio, aunque con la imagen que nos temíamos; un disco carnoso rosa, bien cocinado a la plancha, pero totalmente prefabricado, que puede contentar a los que buscan cantidad, pero no da para más. Eso sí, el bacon y resto de ingredientes estaban decentes y se dejaban comer con facilidad.
Al final, el corte de la hamburguesa deja ver lo que os contamos, un sándwich normal que, más allá de esa primera impresión, no deja un poso de felicidad en nuestra memoria. Y más aún siendo ese conjunto abrazado por un pan enorme, sin tostar y que acaba desmoronándose en nuestras manos.
La espectacularidad sigue apareciendo con el postre, incluido en algunos menús, siendo el helado de Oreo el que nos llegó a la mesa. Consta de un vaso de mini con helado de nata y coronado con virutas de esta famosa galleta. Rico al principio, pero cansino en cuanto avanzamos nuestras cucharadas.
En definitiva, los amantes de la hamburguesa gourmet no pueden encontrar aquí un reclamo. Eso sí, la gente que engulle en base a batir un cronómetro, hallará aquí un filón. Con esto está todo dicho.
PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA
1 MENÚ PREMIUM PARA 2: 21.9 €
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