Muchas veces vamos a comer a un sitio y la información sobre los productos que estamos a punto de ingerir es bastante limitada. En nuestro caso, a veces, pecamos de pesados y preguntamos sobre ellos a las personas que nos atienden, aunque lo ideal es que esos datos se nos proporcionen de manera clara, por ejemplo, en la carta. Pues bien, ese concepto, que en otros países es de lo más habitual, llega, poco a poco, a España, como es el caso de Wallmok, un joven local, ubicado en Pozuelo de Alarcón y que, desde el primer minuto, nos especifica el origen de, absolutamente, todos los productos y proveedores con los que trabajan. En un ambiente acogedor e informal, con una decoración bastante comfy y un servicio la mar de amable.
La carta no se queda atrás y aunque sencilla, nos propone ese viaje por el territorio nacional que os comentamos, con opciones variadas de entrantes y tres patas sobre las que se sostiene su propuesta: ensaladas, sándwiches y hamburguesas. Todo con precios muy correctos y siempre con la sinceridad por delante; hasta tal punto, que pueden resultar bastante canallas a la hora de incitarnos con sus platos.
Comenzamos con unos nachos de maíz azul puro (12 €), en muy buena ración, a los que se acompañan con guacamole casero, cebolla y jalapeños encurtidos, crema agria, queso líquido y enchilada de carne brutal. Además, le dan un toque patrio con unas guindillas suaves que alegran el plato. En conjunto, tenemos un entrante bastante contundente, que se sale de lo que son los nachos habituales, en los que no echamos de menos, según avanzando, ningún ingrediente y con el que vamos a disfrutar a la vez que hacemos hambre para lo que viene después.
Continuamos con un sándwich de roast beef (8.5 €) casero, súper tierno y jugoso, que se compenetra a la perfección con un queso curado de oveja potente, mayonesa de genjibre y un pan artesano de mantequilla que nos volvió locos, haciendo que nos planteemos si no es el mejor que hemos probado nunca. Bien tostado y deshidratado, el crujiente exterior juega con los ingredientes interiores para conseguir justificar una visita sólo por él.
Y llegamos al plato fuerte, la hamburguesa del mes de noviembre, que sube un poco más de precio -las normales salen por 11 € aproximadamente- pero que compensa sin lugar a dudas. Estamos ante una locura de 220 gramos de ternera cuidada y tratada por los mismos dueños del local, picada y cocinada en el momento, a la que, con un poquito de sal le basta para inundarnos de sabor. Además, se acompaña con pimientos, un chutney de tomate que da el dulzor justo para servir de contraste y un "gusano" de queso que aporta cremosidad al conjunto. Muy buen mezcla, que ofrece un viaje de sabores a cada bocado.
Pero, como decimos, la protagonista es la carne, presente en todo momento, que nos brinda bocados de auténtico placer con su textura melosa, casi mantecosa y su picado grueso; con un caramelizado uniforme y crujiente en el exterior, gracias a su paso por la plancha y su rojito por dentro, con la grasa fundida a la perfección. Deliciosa rodeada de tanto ingrediente especia y sola o con un poquito de ese pan de mollete tierno, ligeramente tostado que abraza a todo el conjunto.
Como acompañamiento, no podían faltar una buena ración de patatas fritas caseras, cortadas en bastones y crujientes. Recién fritas para el comensal y que podemos disfrutar a palo seco o remojadas en un queso fundido con calabaza que se presenta en un cuenquito a su lado. Esos detalles son de agradecer.
En definitiva, la sorpresa mayúscula que nos hemos llevado con Wallmok comienza desde que cruzamos la puerta, con un local cuidado y un servicio a la altura, en el que no falta información sobre el producto que se nos ofrece y su arte en la cocina sólo puede dejar paso a un disfrute máximo. Todo con unos precios realmente adecuados y lo más importante, la comida, que justifica todo y brilla con luz propia.
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