Aunque las smash burgers se caracterizan por ser un producto básico y sencillo, resultan muy complicadas de ejecutar y cumplir los cánones y pueden convertirse en un intento fallido que sólo sabe a salsas y pepinillos. Y es que hay que tener mucho cuidado con la temperatura de la plancha, para conseguir el ansiado efecto Maillard, sí como conseguir esa costra caramelizada por ambos lados del patty, tostar bien el pan y lo más importante: que todo se fusione a la perfección para conseguir un todo equilibrado y sabroso.
Puestos en antecedentes teóricos, viajamos hoy a Burger Jazz, una dark kitchen que ahora se ha convertido, también, en restaurante con nombre propio, caracterizado por su especialidad: las smashed. De hecho, no puede faltar en ninguna ruta de hamburguesas aplastadas que se realice por Madrid. Tanto es así, que aunque ya comentamos por aquí sus virtudes, creímos necesario volver a probar su burger más básica, de 7.5 €.
Dicho y hecho, realizamos el pedido a través de su web, pagamos al momento y nos encaminamos a esta cocina ciega, que cuenta con dos mesas y sendos taburetes para comer ahí mismo. Recibimos nuestro pedido en mano y no tardamos en abrir ese packaging sencillo, pero que no necesita más.
Siempre, siempre, la protagonista de toda hamburguesa es la carne y aquí encontramos una costra decente, aunque podría ser todavía más imponente, pero sólo por un lado, ya que, si miramos por debajo de los "faldones", encontramos una superficie cocida y sin Maillard. Puede que fuesen prisas o mala suerte, pero cuando visitamos el local, comprobamos que no había más pedidos, lo cual nos hizo poner cara triste. Además, la carnaza estaba algo seca y cedía toda su presencia, en lo que a sabor se refiere, al vinagre de los pepinillos, intenso y agradable, pero demasiado protagónico.
Como complemento, el queso, bien fundido, aunque no tan potente y cremoso como nos gustaría, simplemente hace acto de presencia a la vista, pero falta ese punch en boca y esa cremosidad. Además, las salsas o más bien, el ketchup y la mostaza, están bastante ricas, aportando sabor, pero sin desplazar la atención.
El panecillo, por su lado, de patata, como no puede ser otra forma, ligero y esponjoso, se presenta tostadito y no se apelmaza, facilitando su deglución. Bien, pero no destaca en ninguno de sus apartados.
RESUMEN PERFECTO
En definitiva, en esta nueva vista a Jazz, observamos ciertas notas de calidad, pero un conjunto que no acaba de representar lo que entendemos por una smash burger canónica, con una carne que no tiene el peso necesario y unos ingredientes que rompen la armonía, actuando cada uno or separado. Un bocado decente, pero no tan excelente como esperamos de un lugar bien posicionado y en boca de todos.
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