Lentamente, de forma casi silenciosa, podemos decir que la hamburguesa se ha ido adueñando de las cartas de casi todos los restaurantes de la capital. Nadie se sorprende ya cuando ve a nuestra querida carne emparedada en todos sitios ¡y nos encanta! La última "víctima" de esta deliciosa y pacífica invasión ha sido La T Gastrobar, que nos presenta un menú de viernes la mar de hamburguesero.
Situado en el epicentro del Madrid más hipster, en La T encontramos un espacio decorado con muy buen gusto, cumpliendo con los cánones malasañeros del momento, tocando lo vintage y creando un ambiente muy acogedor e informal.
En la carta podemos encontrar platos internacionales, con una variedad digna de elogio y a unos precios aceptables, teniendo en cuenta que el nivel de la cocina es muy superior a lo que estamos acostumbrados. Además, disponen de menús diarios bastante ajustados, destacando el recién estrenado para los viernes, con una hamburguesa diferente cada semana y que sale a 11.9 € con bebida y postre incluidos.
Como nos juntamos varios amigos de buen comer, además de la burger, nos animamos a probar algunos platos para ir haciendo "hambre". Comenzamos con un carpaccio de ciervo con manzana y avellanas (16 €), seguido de un tartare de atún rojo con hummus y cítiricos (16 €), un couscous de pez mantequilla (13 €) y el ramen que tenían también en otro menú de viernes y que les pedimos que se quede fijo en carta desde YA. Todos servidos en una buena ración e ideales para compartir entre dos personas.
Sin duda nos quedamos con los dos últimos que, aunque son platos muy diferentes, cuentan con una materia prima excepcional y nos ofrecen unos sabores únicos. De hecho, el ramen debería estar en cualquier top que se precie y eso son palabras mayores.
Y pasamos a la reina del menú temático de los viernes, la hamburguesa. Una monstruosidad de 200 gramos de carne de buey que proveen nuestros amigos de La Finca, perfectamente picada, gruesa, muy bien condimentada y con un sabor protagonista en todo momento. Acompañándola tiene un bacon crujiente nada graso y que aporta sabor en su justo momento. El detalle original lo aporta el chutney de piña, que otorga dulzura, pero sin tapar el conjunto, que también nos sugirió unos toques de anís deliciosos.
El queso estaba fundido a la perfección y las hojas de espinacas dan color y acompañan muy bien a cada bocado. Como también lo hace el pan, de mollete, ligeramente tostado y muy, muy fresco. No se desmorona en ningún momento y aguanta los jugos con gran estoicismo.
Por supuesto, esta burger viene acompañada de patatas fritas, en buena cantidad y muy ricas. Son caseras, como no podía ser de otra forma y suponen la mejor forma de acompañar y terminar con este platazo.
Hablando de terminar, de postre cayó un bravaroise de chocolate blanco sobre sopa fría de yogur de coco que hará las delicias de los más dulceros. Tremendamente suave de textura, puede llegar a crear adicción, ahí lo dejamos.
Usando la excusa de las hamburguesas, hemos conocido un local ideal, con una oferta gastronómica para quitar el sentido y donde nos podríamos pasar las horas muertas, con un servicio a la altura de las expectativas (si es que no las supera) y sí, con una burger para morirse, que podría convertirse en la estrella del barrio sin problemas, con buena carne, cocinada con mimo y muy buen gusto. Amenazamos con pasar mucho tiempo por aquí, aunque nuestra dieta se resienta.
PRECIO DEL MENÚ DE HAMBURGUESA: 11.9 €
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