Nos gustan las hamburguesas, eso está claro, pero también nos gustan muchas otras cosas y cuando tenemos la oportunidad de ir a un sitio especial (siempre con la excusa de probar una buena burger) y además de variedad, nos tratan como reyes, es que no podemos salir más enamorados. Esto fue lo que nos pasó cuando nos llamó nuestra amiga Isabel Aires, de Aires News Comunicación, para que conociéramos Vi Cool Lagasca, el segundo restaurante del afamado cocinero Sergi Arola en la capital, que se une a Gastro, donde tiene su base de operaciones culinarias y en el que podremos degustar una cocina gourmet espectacular rodeados de un ambiente exclusivo.
Nada más entrar vemos que aquí se cuida hasta el más mínimo detalle. Con una decoración basada en las maderas y los tonos dorados, la primera imagen de la cava de vinos ya nos impacta lo suficiente como para comprender que no estamos en un restaurante normal en el que comer una burger cualquiera. Los aires vintage se fusionan a la perfección los aspectos más modernos de la cocina de vanguardia y todo casa para que nos sintamos cómodos y disfrutemos de la experiencia Vi Cool.
En la carta podemos encontrar gran variedad de platos, a cada cual más curioso e interesante, por lo que os costará mucho decidir a qué os lanzáis primero para hincarle el diente. Nosotros teníamos claro lo de la burger, pero el resto de opciones nos parecieron interesantes a la par que original. Por ello empezamos por maridar la experiencia con un vino blanco de San Claudio, gallego y que nos encanta, además de por su sabor suave por sus raíces cinéfilas, ya que proceden de los viñedos que en su día adquiriese el director José Luis Cuerda. Así que razón doble para disfrutar con este vinito ideal para una reunión informal.
Pero vamos ya con los sólidos. Empezamos con un carpaccio de secreto ibérico (14 €) con aceite y queso y de un sabor tan potente que se nos antoja el entrante perfecto para comenzar cualquier velada. Sencillamente espectacular. Muy fino y con gran sabor, no pudimos dejar ni una miga. ¿ El siguiente manjar es toda una curiosidad y una vuelta de tuerca a un plato que nosotros normalmente pedimos antes de una hamburguesa, las alitas de pollo (12 €). Pero nuestro querido Sergi Arola aquí nos quiere volver locos, ya que se nos presentan en una cazuelita, impregnadas en salsa Kimchy y con cebolleta muy fina. Un sabor más potente al que estamos acostumbrados nos invade en este "entrante" curioso y muy, muy interesante.
También pudimos probar un clásico, el pan con tomate (3 €), que aquí viene presentado como pan de coca y que nos demostró que, a veces, lo más simple es lo mejor. Bravo por ese tomate y ajo para untar sobre las láminas de coca tostaditas.
Para continuar y con el listón bien alto nada máas empezar, llegó el ceviche (19.5 €) de corvina con maíz y guacamole y servido con unas porciones de tortillas de harina para hacernos unos mini tacos en la mano. Sinceramente, si el de antes era espectacular, este plato se sale de nuestras expectativas. El sabor de la corvina es espectacular y la frescura del guacamole hacen que, además de divertido, sea un plato muy a tener en cuenta para comer de raciones.
Nos falta poco para cantar bingo. Ahora es el turno de las súper famosas Bravas de Arola (9.5 €). Una reinterpretación de este plato tan castizo y que no tienen nada que ver con lo que estamos acostumbrados. Un bocado curioso y que seguro que no os deja indiferentes. Y ya que seguimos con las presentaciones "pequeñas", nos llegaron unos langostinos fritos al curry (12.5 €). Exquisitos y eso que os lo dice este humilde hamburguesero al que este tipo de marisco no le gusta para nada, pero en esta ocasión nos quitamos el sombrero porque el curry remarca el sabor del plato y como fans de esta especia que somos, nos dejó encantados.
Pero venga, que ha llegado el momento, el plato fuerte. Nuestra amada hamburguesa llega en todo su esplendor, espectacular y con una presentación de auténtico lujo, como sólo ella se merece. Aclarar que, ante tanto despliegue gastronómico, el tamaño de nuestra niña era el pequeño, o sea de 150 gr. (13 €), que igual es un poco más caro para lo que estamos acostubrados a pagar por una burger de este tamaño.
Como véis, más bonita no se puede ser y al igual que ocurre con el pan con tomate, en la simplicidad está el éxito de esta fotogénica burger. Carne de buey (vaca vieja), hecha en horno de carbón, con tomate y un queso espectacularmente fundido. No necesitamos más, aunque se nos presenta con los acompañamientos aparte. Las sempiternas patatas fritas, un poquito de ensalada, salsa barbacoa, mostaza y guindillas. Unos buenos guardaespaldas.
Nos comentaron que la carne viene directamente de las granjas del famoso Luis de Blas, de solobuey.com, que se posiciona como uno de los proveedores con mejor calidad que podemos encontrar en los restaurantes de la ciudad. Como os decimos, el queso acompaña de forma perfecta y el fundido del mismo es lo que nos robó el corazón.
Mención aparte tiene el pan, tipo brioche, tirando a muy dulce, pero que casa a la perfección con los ingredientes. Como curiosidad, está realizado en la cocina del Sergi Arola Gastro, por lo que podemos decir que es la primera vez que comemos un panecillo con dos estrellas Michelín. Galones aparte, es muy esponjoso, suave y aguanta a la perfección las embestidas más carnívoras.
Quizás la única sombra del plato venga por parte del punto de la carne, ya que, como muchos de vosotros sabréis, nos gusta muy poco hecha y nos vino prácticamente al punto. Un detallito de esos que nos gustaría que se cuidase más, pero que no ensombrece el sabor espectacular de la carne.
Como os hemos dicho, además de verde y salsas, la burger cumple con la premisa de venir acompañada por patatas fritas. Como no podía ser de otra manera, totalmente caseras y sabrosas, aunque en una ración algo pequeña, que no importa si, como nosotros, habéis picado un poco antes.
Y ya, para terminar, cedimos a las "presiones" del personal de Vi Cool, súper simpáticos, sin duda os iréis con ganas de darle un abrazo a todos y nos pedimos unas piezas de fruta, para desengrasar, aunque nos encontramos con esto:
Una ración más que adecuada hasta para compartir de frutas, con un gran tazón de chocolate negro fundido (8 €) que hará las delicias de los más golosos. Sin duda, un postre cuasi ligero y que complementa a la perfección una velada de 10.
En definitiva, poco podemos decir de Vi Cool que los medios no hayan dicho ya. Un restaurante en el que disfrutar de cocina de vanguardia y que merece la pena probar y repetir. Comentar precios en un local así es hablar por hablar, ya que el nivel gastrónomico es otro totalmente distinto al que solemos tratar, por norma general aquí. Quizás la hamburguesa es lo que se nos queda un poco por debajo de la carta que, sin desmerecer en calidad, sí que es un plato al que se podría dar una vuelta y elevar, ya que nuestra sensación es la de habernos enamorado de todo y tener un plato que no llega a estar a la altura del resto. Aún así, como decimos, el servicio, el local y la calidad de los productos es innegable. Sin duda tendremos que volver a probar más cosas, pero eso, es otra historia.
Comentarios
¡Qué pintaca tiene todo! :O
¡BRUTAL!
La verdad es que sí, Isabel, visitar Vi Cool es toda una experiencia y totalmente recomendable :D
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