Hace ya un tiempo que conocimos The Irish Temple, un pub irlandés en el que se pusieron las pilas en esto de hacer hamburguesas y nos enamoró. Ha llovido un poquito, han abierto un par de locales más, incluyendo el más reciente, en Fuenlabrada, aprovechando la infraestructura del anterior negocio que ahí se encuentra, prometiendo llevarnos a la boca la misma calidad, pero esta vez eligiendo si queremos las hamburguesas clásicas de antaño o si, por el contrario, las queremos degustar en versión smash burger doble. Sí, como lo leéis, toda, absolutamente toda la carta hamburguesera puede presentarse con la carne aplastada, caramelizada y con una costra digna de cualquier especialista.
Ante esta premisa y viendo los precios que tenemos por cada pieza, nos animamos a pasar, directamente, a por las hamburguesacas. Por supuesto, ambas víctimas fueron smasheadas a nuestra petición, sorprenidéndonos el hecho de ser preguntados por el punto al que las queríamos (primera señal de alarma).
Así pues, la primera en caer en nuestras fauces fue la BBQ, opción sencilla o al menos la más simple, para conocer, sin interferencias, cómo se defienden en la plancha.
Pero llegados a este punto, queremos puntualizar el hecho de que estábamos solos en el local, por lo que los razonamientos a lo que vais a ver sobre prisas, saturación, diferentes temperaturas de la plancha, etc., no sirven.
Bien, recibimos, con las manos abiertas y muchas ganas nuestra hamburguesa con bien de salsa barbacoa, queso, bacon y cebolla pochada. Aunque lo que más perplejos nos dejó es, como os podéis imaginar, la carne. Dos patties muy bien aplastados, pero sin ningún rastro de caramelización. De hecho, si vemos alguna parte tostada, es más un quemado que una buena praxis en la cocina.
En contra de la carnaza juega, también, la textura, extraña e incómoda. Llegando a tener la sensación de mascar algo chicloso. Además, el resto de ingredientes brillaban por su ausencia, a excepción de la salsa y un poco la cebolla, que hacen ensombrecer a un bacon que debería ser gloria bendita y un queso que, más allá de la foto, está desaparecido.
El pan, por el contrario, está estupendo. Fresco y tierno, se nota que va muy bien con las hamburguesas clásicas, pero que aquí, en una smash burger, trata de defenderse hasta tal punto que acaba erigiéndose como protagonista positivo de la mordida.
En el otro lado de la mesa tenemos la GOAT, con una cantidad exagerada de crema de queso de cabra y piñones. Al menos esta vez disimula los mismos defectos de la carne, aunque la experiencia acaba siendo algo pastosa.
Eso sí, las patatas fritas siguen siendo las estrellas. En buena cantidad, cortadas en bastones y súper caseras. Están de muerte.
Y aquí entramos en el debate, ya que las burgers de Irish Temple son una maravilla, pero se han querido atrever con la mezcla de clásicas y smash, lo cual es muy osado y complicado. Es más, si esto nos ha pasado con el local vacío, que en cocina se pueden concentrar más en la realización de esta técnica, no nos queremos imaginar cómo será con el establecimiento hasta arriba y con variedades diferentes, con las variaciones de temperatura que eso implica y los tiempos, por supuesto.
En definitiva, este último local de la marca aguanta, prometiendo unas hamburguesas que vienen con muy buena fama, peor que fallan a la hora de subirse al carro de las smash burgers. Una carne con defectos en su expresión más delgada y unas combinaciones que son, por concepción, ideales en una vertiente más clásica que nuestras callejeras aplastadas. Además, tuvimos la mala suerte de encontrarnos un servicio algo serio, cercano a la desidia, por lo que la experiencia se acabó de torcer. Seguiremos de cerca las evoluciones de este pub e insistiremos con las pruebas en el futuro.
PRECIO DESGLOSADO DE LA EXPERIENCIA
2 BOTELLAS DE AGUA: 5 €
1 SMASH BURGER BBQ: 11.95 €
1 SMASH BURGER GOAT: 12.5 €
TOTAL: 29.45 €
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