ROCK AND ROLL MADRID: Revisitamos a los más rockeros de la capital [CERRADO]

Parece que hace años luz cuando, en los inicios de este blog, poníamos el primer pie en Rock and Roll Madrid. Mucho ha llovido, muchas burgers hemos comido, muchos locales se han ido y muchos otros han aparecido cuales setas por todos los rincones de nuestra querida Madrid y, sin embargo, quedan otros cuantos que aguantan con gracia el maremoto hamburguesero de los últimos tiempos. En el grupo de estos últimos está el protagonista de nuestro post de hoy que, como el buen vino, ha mejorado con el tiempo y tenemos ganas de contároslo.

El local de Rock and Roll Madrid ha cambiado poquito desde que fuimos en 2013, aún así, nos sigue convenciendo. Las luces tenues, el rollito rockero y la zona previa al comedor con un sofá y varios sillones pronostican una larga velada desde que se entran en este restaurante de la zona de Ópera.

En cuanto servicio, nos reafirmamos en lo que contábamos previamente: nos sentimos muy arropados por ese grupo de gente joven que regenta el restaurante. Hay muchas ganas de hacer las cosas bien y se agradecen la simpatía y el buen rollo. Al fin y al cabo, ¿para qué salimos a comer a la calle sino para pasarlo bien?

Una de las razones por las que volvimos a Rock and Roll es que han modificado, entre otras cosas, la carta. Vemos muchas, muchísimas hamburguesas y muy diferentes entre ellas. Así, además de las de carne de cebón (la gran mayoría), podemos encontrar burgers de buey (vaca vieja), presa ibérica, pollo empanado, wagyu, bisonte, atún y tofu en las que además podemos elegir entre pan tradicional, chapata y sin gluten. Los hamburgueseros que sufran de celiaquía no tendrán ningún problema aquí y sabemos que eso es muy de agradecer.

El tamaño de la carne sigue siendo el mismo, 200 gramos para las hamburguesas de carne de cebón. De primeras, tras las monstruosidades que hemos visto por ahí (y que nos encantan), pueden parecer pequeñas pero nuestros estómagos se quedaron contentos y eso que no tomamos ningún entrante, ya que no teníamos demasiada hambre.

Eso sí, vimos delicias tales como jalapeños rellenos de cheddar o cositas tan exóticas como los dim-sums de verduras, que no desentonan cuando piensas en el concepto del local: hamburguesas, gin-tonics, buen rollo y algo de glamour sin pasarse.

Nosotros, como os contamos, atacamos directamente a las hamburguesas y nos pedimos, nuevamente, una Elvis Presley (200 gramos de cebón con rúcula, foie a la plancha, boletus confitados, cebolla pochada y parmesano) y una Slash (200 gramos de lomo de cebón relleno de cheddar, lechuga, tomate, cebolla frita, pepinillos y salsa de mostaza).

Ya nada más verlas nos llevamos una agradable sorpresa, el pan lo han cambiado y han acertado. Ese panecillo que no nos había gustado nada antes ya no está y ahora tenemos para disfrutar un pan bien bonito a la vista, tostado,a la medida de la hamburguesa y dulce pero sin pasarse. Una buena elección.

En cuanto a la carne, tenemos nada más que elogios. Se notan los cambios y el tiempo, la solera, ha hecho que la notemos bien picada, nada compacta y correctamente salpimentada, además de bien cocinada, ya que las queríamos poco hechas ambas y así vinieron. No sabemos qué es lo que fue, si el sabor del boletus, del foie o del parmesano pero la Elvis nos supo de maravilla.

No podíamos olvidarnos del mundo patatero, que ahora viene en una cestita muy mona. Aunque podían elegirse patatas gajo, nosotros elegimos las de toda la vida, en forma de bastones, crujientes y en una ración correcta.

La Slash fue un flechazo en el primer vistazo de la carta. Sabéis que somos muy fans de las Juicy Lucy (hamburguesas con queso en el interior de la carne) pero nos cuesta mucho trabajo encontrarlas por Madrid, así que en cuanto vimos que esta guapetona con nombre de uno de los guitarristas más grandes de todos los tiempos tenía cheddar en su interior nos tiramos hacia ella.

La combinación no puede fallar: cheddar, pepinillos, cebolla frita y mostaza, clasiquísima. La única cosa que hubiéramos cambiado es el punto de la carne, ya que la pedimos poco hecha, nos hicieron caso y el queso cheddar del interior no estaba del todo fundido. Amigos, pedidla al punto o hecha y no os arrepentiréis.

El toque dulce de la velada vino en forma de tarta de queso (cheesecake con mermelada de frambuesa), que nos recomendó la chica majísima que nos atendió. Nos contó un secretillo, resulta que es una tarta súper casera, ya que lleva la mano de una de las mamás de los socios... A nosotros nos gustó mucho, sin mucha floritura y sin estar sobrecargada de sabor a queso, el regustillo que deja en el paladar es digno de mención.

¿Creíais que había acabado aquí la cosa? Pues no, esta vez, como buen sábado que era, nos tiramos a por la carta de gin tonics del local, una de las insignias de Rock and Roll Madrid. La selección de ginebras es brutal y se agradecen que tengan producto nacional como la Nortes que probamos. Además, pudimos comprobar el mimo con el que nos lo prepararon, gloria bendita para digerir la hamburguesa que nos habíamos zampado antes en un ambiente ya más distendido tipo pub.

En definitiva, Rock and Roll Madrid ha sabido capear el temporal hamburguesero de la capital como un campeón. Volvimos dos años después de haberlo pisado por primera vez y hemos visto que se han corregido errores, se han mejorado cosas que ya estaban bien y se siguen cuidando aspectos tan importantes como el servicio, algo de lo que a veces no hablamos demasiado y que es muy importante cuando uno sale a pasárselo bien.

El plan hamburguesa, postrecito y copa es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en este local de la zona de Ópera, ya que la cuevita abriga, invita a quedarse y a repetir y eso mismo haremos. Eso sí, ¡esta vez no pasarán dos años!

¿Has pasado por Rock and Roll Madrid ya? ¿Qué te pareció? ¡Déjanos tu comentario!

PRECIO DESGLOSADO DE LA VISITA:

2 CERVEZAS: 6€

HAMBURGUESA ELVIS PRESLEY: 13,20€

HAMBURGUESA SLASH: 12,20€

CHEESECAKE CON MERMELADA DE FRAMBUESA: 4,50€

GIN TONIC:7€

TOTAL: 42,90€